miércoles, 18 de julio de 2007

MANUAL DE LA PERFECTA CABRONA

By ELIZABETH HILTS



Este libro es para mi hija, Skannon Hillory Hector, cuya visión y ayuda fueron esenciales para realizarlo; y para mi padre, Robert Gifford Hilts, a quien sigo echando de menos cada día.

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¿Podrías aceptar más trabajo sin que te aumentemos el sueldo o te ascendamos?

Me gustaría que llamaras más a menudo.

¿Podrías hacerme el trabajo de plástica para mañana? Si no lo llevo, me suspenden.

¿Podrías parecerte más a la hija que siempre quise?

¡YO CREO QUE NO!

“Teníamos tanto en común: yo lo amaba y él se amaba a sí mismo”.
SHELLEY WINTERS

[INTRODUCCION]
Plantada, pero con los ojos abiertos.

Dejad que os explique en un momento por qué escribí este libro.
Todo empezó en febrero de 1993, con mi artículo "Ponte en contacto con la cabrona que llevas dentro», publicado en Hysteria, una revista de humor para mujeres.
La revista se publicó, una personalidad en el medio de las comunicaciones vio el artícu¬lo y me llamó para que diera una entrevista en la radio y, de repente, fui considerada como “la experta en la cabrona que llevamos dentro». Pues bien, lo soy. Pero antes de que «ella» se convirtiera en el objeto de mi espe¬cialización, era experta en encanto tóxico. Desde el día de mi nacimiento me entrena¬ron en las habilidades del encanto. La frase que mi madre me repetía más veces era: «Eli¬zabeth, compórtate»,
Y lo intenté. De verdad. Procuré ser un ejemplo de amabilidad: una Melania Wilkes, una Beth de Mujercitas (¿o era Amy?), una Mary Ingalls... Aprendí de memoria los nom¬bres de los componentes de la familia más tó¬xica, los Encanto: Actuar, Hablar, Sentarse, Pensar e, incluso, Vestir.
Hablar con Encanto fue difícil. Intenté mantener un tono de voz bajo y bien modu¬lado. Cuando eso no funcionó, lo subí una octava, lo que me obligó a susurrar. Yo creía que sonaba más dulce; todos los demás, que tenía laringitis.
Vestir con Encanto casi me hizo perder la razón. ¡Encanto... cuando lo que yo quería era usar blusas cortas! ¡Escotes! ¡Ropa entallada! Pero, al final, fue el viejo Actuar con Encanto el más tóxico de la familia. Simple¬mente, no podía hacerla. Me reía estrepito¬samente; decía lo primero que se me pasaba por la cabeza. Cuando era adolescente, mis amigas solían decirme: «¡Deja de hacer el ridículo!», y en los momentos en los que era necesario guardar una discreción extrema, me daban un codazo y siseaban: ¡Liiiiiiz!».
En privado se morían de risa al recordar las (innumerables) veces que saqué los pies del tiesto.
Además, todas sabíamos la verdad: eran las cabronas quienes se llevaban el gato al agua. Por ejemplo, Escarlata O'Hara: ella era la estrella de la película, ¿no es cierto? Y se lle¬vó la mejor parte. Puede que Melania se que¬dara al final con Ashley, ¿pero quién quiere un Ashley? Cualquiera con un poco de visión pue¬de darse cuenta de que Ashley era... Ashley.
Pero los convencionalismos del encan¬to siguieron acosándome hasta que sucedió ESO. El incidente que por fin me hizo ver que el encanto podía ser tóxico.

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2 comentarios:

Tita dijo...

pero mejor es, POR QUE LOS HOMBRES AMAN A LAS CABRONAS? pero ese si no le he podido conseguir completo

Mashupishu dijo...

Gracias...por la informacion...ingresare para investigar.